No sé en qué se mide el amor ni tampoco creo que me interese saberlo; quizás es en número de besos, quizás en horas juntos, tal vez en cuánto me piensas o simplemente sea algo inmedible que vale mucho. No lo sé. No quiero saberlo, pues ello hará que piense que nunca alcanzaré su máximo valor o que, en efecto, lo alcancé y no fue tan satisfactorio.
Buenos días, ¿has dormido bien?, pregunta que sé que no te volveré a hacer. ¿Soñaste conmigo?, si es así, siento no ser digna de conocer su contenido. Mis sueños son románticos, con toques de nostalgia; los tuyos siempre fueron sexuales sin pizca del amor que yo tanto ansiaba. Buenas noches, dije por vez última sin saber que no habría más; de haberlo sabido, no me hubiese despedido jamás.
El amor moderno no lo entiendo, me cuesta comprenderlo. No vale de nada demostrar qué sientes pues acabas agobiando a la persona que quieres. Mejor ignorarlo, que te eche de menos, te extrañe... Así volverá, lo he visto en mi gente cercana. Y yo, que no puedo más que expresar cada pensamiento que se pasa por mi cabeza que no para, acabo sola sintiendo demasiado y recibiendo menos que nada.
Cada día anochece más velozmente; no es metafórico, en carne lo he sentido y en hueso lo he vivido. Queda una noche oscura y oigo los aullidos por la luna; parece estar tan cerca... como tú y yo estuvimos, lo cual sí es metáfora pues también nos veíamos pero no estábamos en el mismo punto. Mi alma no quiere ser libre pues aún no siente el buen momento, le agradezco que espere; desvío mis pensamientos malos a otros más buenos, surge efecto, no siento el lamento..
A ciencia cierta sé que todo va y viene en esta vida; todo puede ser igual de efímero como igual de eterno en función de la fuerza que nosotros pongamos para ello. Tú elegiste que fuese lo primero y yo luché por lo segundo; una batalla en vano donde terminé perdiendo tanto que casi ni yo misma parecía vista desde fuera. Ahora que estoy tranquila te escribo sin mencionarte porque sé que leer tu nombre sería volver al mismo desastre.
No estoy triste, sólo siento melancolía de vez en cuando. Puedo querer mucho más de lo que puedo ser capaz de odiar, lo cual te convierte en afortunado pues nunca verás en mí un sentimiento malo, nunca te haré creer que en todo esto fuiste el malo; está claro que yo fui honesta con lo que sentía y tú preferiste huír, supongo que por miedo a como soy y a aquello en lo que me convierto en mis días malos.