miércoles, 27 de septiembre de 2023

Capítulo 8: yo fui honesta

 

 No sé en qué se mide el amor ni tampoco creo que me interese saberlo; quizás es en número de besos, quizás en horas juntos, tal vez en cuánto me piensas o simplemente sea algo inmedible que vale mucho. No lo sé. No quiero saberlo, pues ello hará que piense que nunca alcanzaré su máximo valor o que, en efecto, lo alcancé y no fue tan satisfactorio.


  Buenos días, ¿has dormido bien?, pregunta que sé que no te volveré a hacer. ¿Soñaste conmigo?, si es así, siento no ser digna de conocer su contenido. Mis sueños son románticos, con toques de nostalgia; los tuyos siempre fueron sexuales sin pizca del amor que yo tanto ansiaba. Buenas noches, dije por vez última sin saber que no habría más; de haberlo sabido, no me hubiese despedido jamás.


 El amor moderno no lo entiendo, me cuesta comprenderlo. No vale de nada demostrar qué sientes pues acabas agobiando a la persona que quieres. Mejor ignorarlo, que te eche de menos, te extrañe... Así volverá, lo he visto en mi gente cercana. Y yo, que no puedo más que expresar cada pensamiento que se pasa por mi cabeza que no para, acabo sola sintiendo demasiado y recibiendo menos que nada.


  Cada día anochece más velozmente; no es metafórico, en carne lo he sentido y en hueso lo he vivido. Queda una noche oscura y oigo los aullidos por la luna; parece estar tan cerca... como tú y yo estuvimos, lo cual sí es metáfora pues también nos veíamos pero no estábamos en el mismo punto. Mi alma no quiere ser libre pues aún no siente el buen momento, le agradezco que espere; desvío mis pensamientos malos a otros más buenos, surge efecto, no siento el lamento..


  A ciencia cierta sé que todo va y viene en esta vida; todo puede ser igual de efímero como igual de eterno en función de la fuerza que nosotros pongamos para ello. Tú elegiste que fuese lo primero y yo luché por lo segundo; una batalla en vano donde terminé perdiendo tanto que casi ni yo misma parecía vista desde fuera. Ahora que estoy tranquila te escribo sin mencionarte porque sé que leer tu nombre sería volver al mismo desastre.


 No estoy triste, sólo siento melancolía de vez en cuando. Puedo querer mucho más de lo que puedo ser capaz de odiar, lo cual te convierte en afortunado pues nunca verás en mí un sentimiento malo, nunca te haré creer que en todo esto fuiste el malo; está claro que yo fui honesta con lo que sentía y tú preferiste huír, supongo que por miedo a como soy y a aquello en lo que me convierto en mis días malos.

domingo, 20 de agosto de 2023

Capítulo 7: amor por nada

 
 Creo que una vez sentí lo que era querer a alguien, y aunque no pudo ser, siempre será un recuerdo al que decido volver, consciente o inconscientemente, anulando mis fuerzas para compartir experiencias con personas que no sean él.

 Sé que no piensa en mí ni un tercio de las veces que por mi mente se pasea su presencia, y que tampoco llora por mí cuando todo se le nubla como si fuese yo causante de todo el daño que no cura; sé que soy una obsesiva, sé que no tiene sentido que aún existas.

 Cada día que despierto tengo un nuevo sentimiento hacia ti, y es curioso como algunos de ellos pensé no llegar a tenerlos nunca por no considerar ser estos de importancia alguna. Algunas mañanas añoro tus manos y otras sólo pienso en cómo cobrarte tanto dolor que me has causado.

 Mi interior grita "dime qué ha sido real y qué mentira", mis ojos lloran cuando nadie los mira. Odiando las trampas y los hechos a malas, dime si había pizca de amor hacia lo que yo era o únicamente había amor por nada. Una respuesta bastaría para calmarme, ¿tanto cuesta escucharme?

 Quizás he cambiado desde entonces o quizás esté atascada en un momento, un recuerdo, un sentimiento... Me siento incompleta en millones de partes y sólo una me hace sollozar cada vez que veo que no está. Un día sonreiré de verdad, será el final.

viernes, 18 de agosto de 2023

Capítulo 6: volviendo al pasado


 Cedo mi confianza pronto y luego protesto por sentirla dañada; culpa mía por no vigilar a quien dársela. Mis emociones disparadas al salirme de la recta marcada, de nuevo culpa mía por yo misma decidir crearla.

 Fijo mi mirada en quien no tiene valor a mirarme por ser menos aunque, ser, soy yo quien se siente inferior; los días son sólo segundos que avanzan, hasta que en uno de ellos se agoten las pilas del reloj.

 Siento mi cuerpo como si no me perteneciese, mis piernas se duermen, mi pecho no late, y mi cabeza recordándome siempre serme fiel; a veces la quiero, a veces me torturan sus recuerdos.

 Mi ser navegando en otro lado, soy quien iba a ser tanto pero se ahogó en fracasos; aspiraba a mucho, tal vez demasiado, y a pesar de seguir construyendo mi mundo, me agobia saber que igual no es el correcto.

 Pasa el tiempo y no exploro todo aquello que pretendía experimentar, voy sin rumbo, caminar absurdo, pierdo segundos que no soy capaz de recuperar. Pido socorro creyendo no estar sola, al final sólo soy yo quien me oigo.

 Un cúmulo de traumas, de experiencias adversas, toda la vida llorando sin que nadie se enterara; incluso si grito nadie oye, incluso si suplico nadie escucha... sólo ríen conmigo si me muestro contenta.

 A mí misma me quiero pero es horrible compararme con el resto; nunca seré como ellos, nunca podré serlo. Mi única esperanza son mis fantasías, mi único anhelo caminar sin más tropiezos.

 Canciones a todo volumen para silenciar este mundo triste.


jueves, 7 de julio de 2022

Capítulo 5: película de escritora


     A lo largo de mi vida he gastado bastante tinta y no estoy segura de si toda ella fue digna. Ahora que escribo de nuevo me cuestiono, ya por manía, si semanas más tarde me arrepentiré de ello y, por ende, comienzo a borrar frases escritas por miedo a la auto-crítica. Como si no estuviese tan acostumbrada a ella; parece que desconozco cómo funciona mi cabeza.


    En silencio a las tantas siento como voces se arrastran por mi cabeza y, no es lo que pienso a esas horas sino más bien lo que siento que es real porque luce a verdadero; igual a esas horas mi cerebro tiene sesgos o igual, y sólo igual, vivo en mi propia realidad con hechos imaginarios; situaciones creadas por mí misma donde, una vez resueltas, logro mi recompensa; no me ocurre igual con la vida.


    Echo de menos un millar de momentos que sería absurdo escribir, pero más absurdo me resulta echar de menos aquello ya ocurrido en el tiempo sabiendo que este no puede ir en sentido inverso. Más absurda me siento cuando mis recuerdos son con personas que ya no tengo pero aún quiero, que se han ido pero siguen dentro.


     ¿Es posible que, en vez de no sentir dolor, me acostumbrase a él y ahora seamos dos? Sigo creando escenarios imposibles en mi mente que me llevan al llanto por no ser el presente, y pensando en que igual todo cambie y vuelva a retomar su rumbo de antes.


     Estoy un poco perdida. Normalmente sé cómo actuar y ahora, es como si estuviese esperando a que algo llegue y me llene, a que de forma súbita me vuelva a sentir mejor y me quede así por el resto de días.


     [Normalmente cuando entro en mi película de escritora no lo hago pensando en alguien en concreto; más tarde leo mis propios textos y me doy cuenta que sí, que lo hago sin querer. Dicen que el tiempo todo lo cura, que cualquier tristeza, cualquier pena, acaban yéndose. Yo sigo pensando, triste y sollozando...

     Me gusta expresar mis emociones para no caer en el tópico de las personas y su frialdad, malicia y egoísmo. Decir cómo me siento en cada momento me ayuda a compartirlo, tanto para mí como para el resto. No sería quién soy.]

viernes, 22 de abril de 2022

Capítulo 4: conscientemente viva

     

[Branden: la autoestima es la convicción de que uno es competente para vivir y valioso para estar vivo]


        Me estoy aficionando a la lectura; supongo que es lo que tiene carecer de vida social, que empiezas a buscar desesperadamente formas de pasar las horas muertas y no sentirte una inútil por no saber qué hacer cuando no hay nada que apetezca. He pensado más aficiones pero, aún siendo algunas bastante apetecibles, incluso proporcionando incentivos, no me crean intención alguna de empezarlas.


        Es curioso. Muchas veces digo no sentir placer o lucir como sin sentimientos pero, ¿y si de lo que carezco es de la motivación intrínseca necesaria, mismo para entender mi autoconcepto? ¿Y si me baso en descripciones triviales hacia mi persona que no me identifican pero me ayudan a creer que sí?


        No sé. Estoy en esos momentos donde nada tiene más valor que nada y a su vez todo carece de él. Esos momentos en que quieres olvidar esa sensación de perdida de tiempo en asuntos no importantes y centrarte en cosas que sí lucen importantes. Pero qué es importante y qué no, pregunta obvia según todo lo que escribo. Ignorar que, por ser un ser social, que a algunos tan fascinante les parece, yo me vuelvo cada día más solitaria y ausente con estas preocupaciones a mi mente...


        Ahora mismo sólo escribo frases. Ya no tiene sentido decir qué siento a la gente o intentar contar una historia repleta de suspense. Me esforcé y fallé, así que ya sea por cobarde o inteligente prefiero aislarme durante un tiempo y no volver a caer ese juego absurdo de conectar con alguien y acabar necesitando de su mismo aire.


    Autoestima segura o frágil, auténtica o divergente... no estoy segura en qué punto estoy actualmente pero sí en cuál me gustaría estar en los próximos meses. No sobrevalorarme, pues eso también conlleva al daño cuando viene un fracaso, sino aceptar mis más y menos haciendo que los primeros de estos le quiten valor al resto.


    Soy quién soy. Lo asumí. Sé que vivo, porque respiro, y sé que respiro porque oigo mis suspiros y quejidos. No necesito ignorarme, no debo hacerlo y mucho menos por nadie. Empiezo siempre escribiendo triste y la rabia que guardan mis frases hacen que me vuelva arisca y contenta: porque soy distinta, lo dicen mis letras.

martes, 19 de abril de 2022

Capítulo 3: ¿qué siento?

 

    [Te vas; todo lo que envuelve a tu persona, aún cerca de mí por un breve tiempo más, empieza a semejar un simple recuerdo; no me gusta recordar. Me hace sentir estúpida, ilusa, confusa... con una morriña tan punzante y aguda que me marea; la confusión de si estás o no se convierte en negación. Me hallo, a cada hora más ansiosa y a cada minuto más llorona. Tal vez no sé expresar qué siento, tal vez nunca fuese bueno.]

    

    Me despierto. La sensación de haber dormido bien pero no suficiente me inunda. No quiero perder la posición horizontal de mi cuerpo, estar estirada y a la vez contraída buscando la mejor postura para estar un rato más en silencio, a oscuras... En mi habitación nadie perturba mi cordura, nadie entra sin mi permiso, sólo estoy yo pensando en como ojalá mi cabeza tuviese también una puerta física a la que sólo yo tuviese acceso.


    El desamor, comparado con una droga que necesita su propio periodo de abstinencia, o dolor intenso y profundo sin daño fisiológico aparente, no tiene forma sana en la que existir; nace de la tristeza, la mantiene durante un tiempo y, cuando ya te dañe suficiente, se va. Aún presente a largo plazo, no siempre duele igual; a veces me impide dar pasos sin llorar, otras intento verlo como un reto que afrontar.


    Se agrupan en nuestra mente planteaciones, conscientes e inconscientes, basadas en si merece la pena querer de nuevo o no volver a ser querido, a base de indefensión aprendida. Creo no ser yo la culpable del daño pero es inevitable sentirse de vez en cuando el motivo que lo provoca; un estímulo aparentamente neutro que no sé manejar y acabo viendo como negativo. Quizás darle nombre y sentido a todo lo que me rodea es lo que lo hace tan dañino.


    De todas formas, personalmente, creo haber cogido cierto gusto a los sentimientos negativos, siendo sus contrarios apenas perceptibles en mí misma. No porque me gusten, o eso creo, sino porque suponen reflexiones y selección de estrategias distintas enfocadas hacia el futuro; me permiten saber qué quiero y qué no, dónde pongo los límites y dónde puedo relajarme. Dónde saber gritar que ya basta por no sentirme valorada y a qué dedicar esfuerzos pues la recompensa en un tiempo será la adecuada.


    No puedo esperarte y tampoco cambiarte; creo que nunca lo he pretendido, pues siempre fui consciente de nuestros mundos distintos. Querer y ser querido debería ir unido pues, ¿no es el peor de los martirios el saber que no es correspondido? Llevo días escribiendo sin sentido para ponerle fin a este romance idílico que consideraba real, pero no lo ha sido. En mi cabeza siempre será bonito, en la tuya ni existo.


jueves, 17 de marzo de 2022

Capítulo 2: pensamientos nocturnos ansiosos

 


    Me cuesta respirar despacio cuando pienso demasiado. Mis redes neuronales parecen tener activada una velocidad de información triple y mi cuerpo, igual triste por sentirse inservible, reacciona igual y empiezo a acelerar en todo. Mis movimientos, intranquilos e hiperactivos; mis palabras, con interrupciones y sin sentido.


    Nunca busqué formas de relajarme más allá de un volumen alto en la música de mis auriculares, que cada seis u ochos meses dejaban de funcionar y empezaba el dilema de tres días sobre cuáles comprar. Todo para lograr esta forma de abstraerme, de dejar que entre en mí un ritmo que me transporte y me haga sentir bien. 


    Y los fondos: los colores de absolutamente todo lo que me rodea, la conexión que siento con el ambiente, como si fuésemos aliados sentimentales en busca de consuelo. Al fin y al cabo, qué somos los humanos, por mucho que guardemos en nuestro interior, si no tenemos nada con qué compartirlo. Para qué quiero piernas, si no puedo recorrer caminos novedosos cuyo destino intuyo pero desconozco. Mis ganas de explorar, cada vez más inexistentes, pero sé que nunca se irán.


    A veces considero que mi ciclo menstrual domina sobre mí. Contrario a lo anterior, sintiendo que es mi cuerpo el que se apodera de mí; el que decide dónde, cómo, cúando... y yo, con un espacio reducido permitido para mi ser consciente, simplemente tengo que entenderlo y aprender a vivir con ello. Quizás no tiene sentido explicar mis cambios de humor a nivel hormonal... quizás, simplemente es otro delirio; un pensamiento nocturno ansioso. 


    No descarto que la solución a los enigmas de lo que escribo pueda hallarse con una explicación en tres pasos, tal vez cinco. Igual en mi mente todo se vuelve problema mientras que en la realidad que habito son preguntas sin sentido. Pero tampoco tengo forma de saberlo. No puedo diferenciar entre lo que sí importa o lo que no, o al menos carezco de una escala de intensidad de mí misma. La cual sería útil pero, ¿no también dañina?